Abuela, ¿estás escribiendo una historia que nos sucedió a nosotros? ¿Es por casualidad, una historia sobre mí?
La abuela dejó de escribir, sonrió y le comentó al nieto: - Estoy escribiendo sobre ti, es verdad.
Ahora bien, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueras como él, cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada especial. - ¡Pero, si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
- Todo depende de cómo mires las cosas. Hay cinco cualidades en él que, si consigues conservarlas, te harán siempre una persona en paz con el mundo.

Puedes hacer grandes cosas, pero no debes olvidar nunca que existe una Mano que guía tus pasos.
A esa Mano la llamamos Dios y Él debe conducirte siempre en la dirección de Su voluntad.

De vez en cuando necesito dejar de escribir y usar el sacapuntas. Con eso el lápiz sufre un poco, pero al final está más afilado.
Por tanto, has de saber soportar algunos dolores, porque te harán ser una persona mejor.

El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar los errores.
Debes entender que corregir una cosa que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.

Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que lleva dentro.
Por tanto, cuida siempre lo que ocurre dentro de ti.

Siempre deja una marca.
Del mismo modo, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará huellas y procura ser consciente de todas tus acciones.
HASTA DE LAS COSAS PEQUEÑAS PODEMOS APRENDER GRANDES LECCIONES. ESPERO QUE DESDE HOY CUANDO USES UN LÁPIZ, PUEDAS RECORDA ESTA CORTA REFLEXIÓN.