Santiago 4:8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
Creo que está más que claro este versículo. Hoy queremos tratar el tema del "enfriamiento espiritual". Esto es algo que no mucho se predica hoy en día.
Si eres un joven, déjame decirte que cuando tu pusiste tu confianza en Dios para salvación, El te redimió con su sangre y te limpió de tu pecado, pero además te dio a SU Espíritu Santo para guiarte a través de la vida cristiana.
Ese Espíritu es aquello que se mueve en nosotros que nos motiva a vivir para Dios. NO es una "fuerza o poder" como muchos lo quieren hacer creer, NO. El Espíritu Santo tiene emociones y al igual que nosotros, EL se duele cuando estamos caídos y se regocija con nosotros.
No sé si alguna vez en algún culto o adoración has sentido como un fuego que te baja desde la cabeza y te llena todo. Tus orejas se calientan y comienzas a sentir una hermosa paz. ¡ESE ES DIOS OBRANDO ES NOSOTROS!
¡Qué hermoso es sentir la presencia de Dios! Y si me preguntas ¿tú la has sentido?, puedo responder con un rotundo y seguro SI!!!
Ahora, muchos hemos sentido el amor de Dios que nos llena y nos sentimos super bien, seguros y con paz en el corazón. Pero todos los cristianos corremos el riesgo que quedarnos "en la punta del Everest".
¿Qué es eso? Esto es cuando nosotros creemos que hemos alcanzado todo, la máxima expresión de la presencia de Dios en nosotros.
Pero déjame darte una sorpresa, ¡Aún hay más!
Dios nos da Su Espíritu, y eso solo lo poseen los Hijos de Dios, y tenemos la promesa de que El no nos abandonaría jamás, hasta que este mundo terminara. Pero si Dios te ha tocado, y has llorado y has sentido paz y perdón ¡Que bueno!, pero Dios no ha terminado ahí.
El tiene una dimensión de bendiciones y promesas grandes para aquellos que las busquen.
Jesús lo expresó de la siguiente manera: Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
A pesar de ser jóvenes, Dios nos hace la invitación a que busquemos las cosas de Dios, aquellas promesas que son EXCLUSIVAS de sus hijos, aquellos que han puesto su vida en las Manos de Dios.
Te parecerá extraño o astral esto que te he dicho, pero créeme, Dios tiene grandes cosas que nosotros aún no hemos disfrutado o experimentado pues no las buscamos.
Jamás creas que has llegado a la punta del Everest.
Es necesario que sigas luchando, pues aunque creas que has llegado a la cima, aún hay algo más. El cielo es el límite.
Así que comencemos a buscar a Dios, a ponernos a cuentas, a pedir perdón y a caminar viendo hacia el Cielo, al premio del supremo llamamiento, pues Cristo Jesús nos está esperando con los brazos abiertos.
Jeremías 33:3 Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.