El ejemplo de mi abuelo

2º Timoteo 1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.

En esta ocasión quiero comentar con todos ustedes una anécdota que mi madre me contó acerca de mi abuelo materno (que en paz descanse) acerca de lo que es la fuerza de voluntad.

Lastimosamente mi abuelo murió sin Cristo (al menos eso supongo), pero a pesar de ello a través de esta reflexión juntos aprenderemos un poco acerca de lo que es el dominio propio.

Para comenzar, mi abuelo se llamaba José Aquilino Castro. El fue un fumador empedernido, a tal grado que se fumaba 4 CAJETILLAS de cigarros diarias. Cuando el comenzaba a fumar, antes de acabarse el cigarro que tenía en la boca, con ese mismo encendía el siguiente a fumar, y así hacía todos los días.

Pero llegó un día en que de la nada se dijo a sí mismo: "¡No más de esta cosa! A partir de hoy no vuelvo a fumar". Mi mamá que lo conocía bien dijo para sí misma: "¿Cómo va a ser posible que mi papá deje de fumar si lo ha hecho toda su vida?". Pero increíblemente, desde que mi abuelo pronunció esas palabras, sea como sea, el NUNCA MÁS VOLVIÓ A FUMAR.

En cierta ocasión un amigo de mi abuelo le pregunta cómo había dejado de fumar. "Sencillo - respondió mi abuelo. - Todo está en que vos querrás dejar de hacerlo." (Claro, mi abuelo fue un mal hablado y me reservo el uso de las palabras textuales que el utilizaba en vida).

¿Cuál es mi intención de hablarte de mi abuelo? Si vuelves a leer esta brev anécdota, notarás algo que es fundamental: EL NO ERA CRISTIANO, NO TENÍA LA SANGRE DE CRISTO QUE LO CUBRIERA NI A SU ESPÍRITU SANTO QUE LO GUIASE.

¿Y que con eso? Si alguien que no tenía a Dios de su lado y pudo tomar la determinación de abandonar un vicio que lo dañaba, y lo dejó definitivamente. ¿no debería ello motivarnos a los creyentes a abandonar esos "pecadillos ocultos" o aquellas "malas acciones" que no podemos dejar de hacer?

Dios nos conoce, y EL sab bién que en ciertas áreas de nuestras vidas somos débiles: unos son fácilmente tentados con el vicio de beber, otros de tomar, otros de fumar, otros con la pornografía y la masturbación, otros con sus novi@s (aunque te parezca extraño), etc...

Si, Dios nos puede ayudar a dejar cualquier cosa en esta vida, pero El necesita de nosotros UNA DECISIÓN, una determinación de abandonar de una vez por toda ese pecado que nos roba la paz, la autoridad y que ensucia nuestro testimonio para con Dios y los demás.

Te invito a que no te rindas si por tus fuerzas no has podido abandonar una adicción. Si ya entregate a Jesucristo tu vida, llevas las de ganar, sin embargo, sin el respaldo y la ayuda de Dios, difícilmente lo conseguirás (a menos que tengas una voluntad de hierro como la de mi abuelo).

No lo intestes tu solo. Dios te puede ayudar. EL no te ha abandonado. EL no te está señalando. A pesar de que seas culpable de cualquier pecado o estés atado en cualquier adicción, esos brazos que se abrieron en el calvario aún lo están para que vuelvas, que regreses ante El y le ruegues por misericordia y restauración.

No todo está perdido, levántate, sacúdete el polvo y ten en mente a mi abuelo: si el siendo un inconverso pudo dejar esa adicción por si solo, TU puedes en el Nombre del Señor. Solamente tienes que tomar HOY MISMO una decisión de no volver atrás. Bendiciones.