
En esta serie de mensajes orientados a iluminar nuestros caminos en cuanto a la sexualidad, hay algo que toca mi corazón: la culpabilidad por los errores del pasado.
Es de humanos equivocarse, y aún más humano es reconocer que hemos fallado. Es cierto que hemos hecho muchas cosas en la vida, muchas de las cuales quisieramos olvidar. Y no solo en el área de la sexualidad, sino que en muchas áreas de nuestras vidas hemos fallado.
Con o sin intención de haberlo hecho, pecado es pecado. Y uno de los más grandes efectos nocivos que el pecado trae es la CULPABILIDAD. Miles de personas alrededor del mundo viven llevando una pesada carga de conciencia en sus corazones, deseando ser libres y no pueden hacerlo.
El texto base de esta reflexión nos dice un mensaje claro y sencillo: Dios NO se acuerda de nuestros pecados cuando los reconocemos ante El. Si, es que Dios se olvida de nuestros pecados cuando nosotros los confesamos ante El.
Y acá lo hermoso de todo, y el punto clave es este: si Dios, siendo Dios Todopoderoso, Santo y Justo, se olvida de nuestros pecados cuando los confesamos de corazón, ¿por qué nosotros nos seguiremos recriminando o culpando por algo que Dios no sabe puesto que lo olvido?
Y esta no es filosofía humana, es de la Biblia de la que hablamos. La misma dice:
Miqueas 7:18 ¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia. 7:19 El volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados.
Dios no desea que vivamos con culpa en nuestras vidas. El nos ha prometido libertad, y esa libertad la experimenta un corazón perdonado, aquel corazón que está libre de culpa y condena.
Si has pecado, si has cometido errores, si hay cosas que no te dejan tranquilo/a en tu vida, hoy es el día en el que puedes decidir olvidar tus errores. Dios no desea que vivas sintiendote culpable, Dios te ofrece una vida de libertad. El puede sanar hoy el corazón de aquel que siente culpabilidad en su corazón.
Si te sientes sucio/a, lleno de temores y el pasado no te deja en paz, es momento de hacer un alto, y decir: ¡Señor, perdóname y dame libertad por favor!
Dios es Amor, y espera que nosotros conozcamos ese lado de El a través del perdón. Cuando Dios perdona, las cargas se van, el dolor es quitado y la vida es libre de todo peso y carga.
¡Que hermoso es sentirse perdonado! Y eso es lo que Dios desea hacer con todos nosotros, perdonarnos y darnos vida eterna. Desea llenar nuestra vida de paz y confianza, derramar todo su Amor sobre nosotros, y decirnos como le dijo a aquella mujer:
NI YO TE CONDENO. VETE Y NO PEQUES MAS.