Manteniendo nuestra vida fresca

"Los japoneses tienen un gusto especial por el pescado fresco. Los pescadores se preocupan porque su pescado sea siempre el más fresco para poder venderlo en los mercados de los pueblos.

En cierta ocación, un grupo de pescadores tenía que recorrer una gran distancia de sus hogares para poder pescar en el mar. Era tanta la distancia que cuando ellos regresaban con la pesca de día, los comerciantes no los compraban porque el pescado ya no estaba tan fresco como a ellos les gustaba.

Los pescadores resolvieron que llevarían consigo refrigeradoras en sus barcos para que el pescado se mantuviera fresco. Lo hicieron así pero cuando llegaban al mercado los comerciantes no lo compraban porque no estaba fresco el pescado.

Sin perder las esperanzas, los ingeniosos pescadores pensaron introducir piscinas en los barcos para que cuando llegaran al mercado el pescado estuviera fresco. Cuando lograban pescar algo lo metían rápidamente en las piscinas que ellos habían construido, pero los peces NO se movían, se quedaban quietos y al llegar al mercado los comerciantes no los compraban porque no llenaban las expectativas de calidad que ellos demandaban.

Entonces vino la respuesta: "Pongamos pequeños tiburones en las piscinas". Lo hicieron así, de modo que cuando introducián ahí los peces que atrapaban, los pequeños tiburones los perseguían y los hacían moverse, de modo que los peces estaban en constante agitación. Si bien es cierto algunos eran comidos por los tiburones, la gran mayoría llegaba al mercado con una frescura tal que pareciera que estubieran recién salidos del océano."

¿Qué significa esta historia? Bueno, no es de extrañar que lleguen pruebas y problemas a nuestras vidas. Somos como esos pececillos, que Dios ha sacado del Océano del mundo y nos ha traído para que lleguemos al Cielo, representado por el mercado de la historia.

Pero para permanecer ahí, los peces debían llegar frescos. Si lo vemos así, Dios desea que tengamos una vida sana espiritualmente, que seamos frescos, sanos en la fé, que nos estemos constantemente renovando y moviéndonos conforme a Su Voluntad.

¿Y los tiburoncillos? Estos representan las pruebas, los problemas, las dificultades que nos hacen que nos movamos, que hacen que busquemos a Dios. En ocaciones son necesarias las pruebas para mantenernos en movimiento, en constante desarrollo, que no nos quedemos estancados como los pescado que nunca llegaban frescos a su destino.

¿Cuál es el tiburón de tu vida? Sea cual sea, Dios lo ha puesto ahí, El lo ha permitido por una razón: quiere que TU madures, que sean un Hijo/a de Dios saludable, que no te estanques, que no te conformes a lo que ya lograste sino que te muevas, que estes fresco, que te desarrolles integralmente y así puedas ir creciendo espiritualmente.

No reniegues por los tiburoncillos que te persiguen, dá gracias a Dios porque están ahí porque de esa manera, a través de muchas pruebas y tribulaciones es necesario que lleguemos a la Patria Celestial, con un corazón de Hjo/a de Dios para que estemos siempre con Aquel que nos compró con Su Sangre en la cruz, Jesucristo.