Si en cada alumno ves un alma que espera tu cultivo.
Si reanudas con alegría el diálogo suspendido.
Si sientes huir con presteza cada hora que pasa.
Si amas tu trabajo más, a medida que pasa el tiempo.
Si tu obra te parece siempre una obra incompleta.
Si te sientes débil, pero es inmensa tu confianza.
Si Dios es cada día para tí, maestro y confidente.
Si las lecciones mal aprendidas son tu examen de conciencia.
Si tus castigos son frutos de amor y no de venganza.
Si las dificultades inevitables te encuentran siempre sonriente.
Si los padres quejosos y los discípulos rudos te llaman gentil.
Si tu justicia sabe envolverte en amor.
Si combates el mal, pero no al malhechor.
Si predicas la virtud con tu palabra y tu ejemplo.
Si cada día que pasas te encuentras mejor.
Si encadenado a tu deber conservas libre tu alma.
Si sabes conseguir un método sin convertirte en esclavo.
Si acostumbras a contar tus fracasos como cuentas tus triunfos.
Si en cada clase tuya tratas de renovarte.
Si sabes instruir, y mejor todavía, educar.
Si sabiendo tantas cosas nunca te crees sabio.
Si sabes estudiar de nuevo lo que creías saber.
Si en lugar de enseñar siempre, también sabes escuchar.
Si como sabes preguntar sabes responder.
Si sabes ser un niño sin dejar de ser maestro.
Si eres intransigente delante de la verdad.
Si tu vida es oración y tu fe es demostración.
Si tus alumnos anhelan parecerce a ti...
ENTONCES TU ERES UN MAESTRO