Reconociendo nuestros errores

Después de un largo receso de escribir reflexiones, deseo volver para seguir compartiendo el Amor de Dios con el mundo. Sé que muchas personas han dejado de leer los escritos por falta de material nuevo, pero espero poder subir un poco más seguido información nueva a los blogs.

Bien, luego de esta breve disculpa, deseo compartir este tema que ha venido con la intención de demostrar que somos humanos imperfectos, propensos a fallar, pero que hay algo tan lindo y maravilloso que nos abre las Puertas de los Cielos, lo cual se llama: RECONOCER NUESTROS ERRORES.

Y es que en la vida cristiana, a pesar de ser hombres y mujeres espirituales, no dejaremos a un lado la realidad de que somos de carne y hueso; somos seres con emociones, sentimientos, deseos, pasiones, anhelos, sueños, etc. Y en muchas ocasiones cometeremos errores (o pecados inclusive) que pueden hacernos apartar del Amor de Dios.

Pero la idea de este escrito NO es criticar ni señalar a nadie, pues no soy quien para hacerlo, pues yo también soy hombre pecador, necesitado del perdón de Dios. La idea central es que juntos descubramos lo lindo que es reconocer cuando fallamos ante Dios o ante los demás y que descubramos el poder liberador que esto trae sobre nuestras vidas.

Veamos esta historia bíblica: 

Lucas 18 9A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: 10Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano. 11El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. 13Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. 14Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

Cuando el fariseo oraba, lo hacía orgullosamente, lleno de soberbia y se creía superior. En cambio, el publicano, una persona no muy grata para el pueblo de Israel, reconocía que había pecado, que había cometido errores y le pedía perdón a Dios con dolor. Si notamos al final, ¿cuál fue bendecido? Aquel que reconoción su condición.

En la vida existe un principio llamado HUMILLACIÓN. Significa reconocer mi condición, ser sincero con Dios, los demás y conmigo mismo cuando se trata de mi vida. Representa pedir perdón cuando es necesario, honrar a quién se lo merezca y ser sencillo en todo lo que hagamos.

Cuando somos humildes es cuando reconocemos los errores. Yo soy sincero y ante TODO el que lea este escrito puedo reconocer que he fallado en muchas ocasiones a Dios, que me ha dolido haber pecado en ciertas veces en mi vida, y sé que no soy perfecto. Pero a pesar de ello, reconozco mi condición y sigo adelante, no dejo quemis errores y mi pasado me detengan. Ya no puedo remediar el pasado, pero si puedo hacer algo por mi presente y mi futuro.

Dios se complace en las personas que reconocen sus errores, esas son las personas que son bendecidas. Cuando reconocemos que hemos pecado, que hemos fallado, que hemos cometido errores es cuando la Mano de Dios se mueve. 

Es en ese momento donde somos bendecidos, donde se ven milagros, donde vemos el Amor de Dios manifestado y nuestros corazones son libres y tranquilos. El peso de la culpa y la condena se van porque hay una liberación espiritual.

Hoy te invito a que reconozcas tus errores, que pidas perdón y busques de corazón esa misericordia. Recuerda que Dios te ama con amor eterno.