Estar en paz con los demás

Si es posible, en cuanto de vosotros dependa, estad en paz con todos los hombres. Romanos 12:18 (LBLA)


Dios nos creó a nosotros como seres sociales, individuos en búsqueda de armar relaciones estables y duraderas con los demás, llámense estas matrimonio, compañerismo, amistades, lazos familiares y/o laborales, hermandades y comunidades entre otras.

Todos tenemos que interactuar con las personas, nos guste o no y Dios, sabiéndolo de antemano nos ha dejado instrucciones para que estas relaciones sean buenas, saludables y de provecho para nuestras vidas.

En el versículo inicial dice que EN LA MEDIDA DE LO POSIBLE, es decir, mientras dependa de nosotros, tratemos de estar en paz con todas las personas. Sin embargo, habrán ocasiones en los que esto NO será posible. ¿Por qué? Pues existen personas difíciles de caracter o en su trato, gente que nos va a rechazar o menospreciar, pero, la Biblia nos manda a que nosotros hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para poder así estar bien con los demás.

Tomemos el ejemplo de Jesús. El vino a este mundo a hacer las paces, a fungir como pacificador entre Dios y nosotros. El es el vínculo perfecto y el modelo a seguir en todo nuestro caminar. El mismo dijo en una de sus enseñanzas en Mateo capítulo 5:

23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, 24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.
25 Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. 26 De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.
¿Lo ves? Dios nos dice claramente que antes de poder hacer algo para El, es más, antes que cualquier otra cosa, es mejor estar a cuentas los unos con los otros, porque eso traerá paz y bienestar a nuestras vidas.

Ponte a pensar un momento y contestate las siguientes preguntas:

- ¿He hecho algo por lo que alguna persona se sienta molesta conmigo?
- ¿He ofendido a alguien?
- ¿He tratado bien a los demás?
- ¿He sido obediente  y humilde?
- ¿He menospreciado a alguien?
- ¿He dicho palabras hirientes?

Si respondes SI a alguna de ellas, entonces hay que ponernos a cuentas con esas personas a quienes hemos ofendido. Pero, ¿cómo puedo hacerlo? Hay muchas maneras para ello, ya sea por una llamada telefónica, un mensaje al móvil, a través de las redes sociales, una carta escrita... pero quizás lo más efectivo es hacerlo cara a cara.

Sin embargo, esto último puede que sea muy difícil en ciertas ocasiones, más que todo por cuestiones de distancia o tiempo. El medio por el que lo hagas NO es el detalle, lo importante es hacerlo, porque eso es lo que Dios recompensa.

¿Y si la persona a quién le pido disculpas no las acepta? Entonces ya no serás tu, sino esa persona sobre quién recae la culpa. Si tu te disculpas sinceramente y no es recibida la disculpa, Dios que es justo no te inculpará a ti, sino que te quitará ese peso de encima que sientes.

Dicen que la mejor enseñanza es el ejemplo, así que seré el primero en hacerlo. En las siguientes líneas voy a aprovecharlas para disculparme con aquellas personas a quienes he ofendido. Posteriormente les compartiré el enlace de este escrito para que puedan leerlo:

A todos mis familiares, hermamos y amigos, pido a Dios que los bendiga y los guarde en todos sus caminos. El motivo para estas líneas es para pedir ante Dios y ante ustedes las disculpas de todas aquellas actitudes mías con las cuales yo les he ofendido, sea de palabra, hecho, pensamiento o en mi trato hacia ustedes. Les suplico en el nombre de Dios que puedan perdonar esas ofensas con las que les he causado incomodidad, dolor y tristeza. Reconozco que no soy perfecto, pero ruego a Dios que me transforme y me haga una mejor persona para ser de bendición para ustedes. 

Si leen este escrito, espero que puedan ver en ello la sinceridad con que las he redactado, quizás no me encuentro en persona para decirlas, pero deseo que quede impreso el sentimiento y la verdad con que me he expresado ante ustedes. 

¡QUE EL ETERNO DIOS CONTINUE BENDICIENDO SUS VIDAS!