Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.
(Apocalipsis 20:15)
¿Alguna vez has participado en una rifa o sorteo? Compras un boleto que contiene un número único que te identifica como participante. Llega la fecha del sorteo y tú, junto con otras personas en tu misma condición, están a la espera que se diga el número ganador.
Por la razón que sea, tú eres el ganador. Muchos rostros se decepcionan, porque tal vez por un dígito no fueron ellos los favorecidos, pero no, la suerte decidió que tú ganases. Con una gran alegría en tu rostro, a diferencia de los que no ganaron, te levantas de tu sitio, con tu boleto en mano obviamente y te diriges al lugar donde te entregarán tu premio.
Cuando llegas al sitio entregas tu boleto, cercioran que efectivamente el número coincida con el que resultó ganador y si coincide te entregan tu premio. Esperas el dictamen con ansias y ciertamente el número coincide con el del ganador. Te entregan tu premio y sales del lugar con una amplia sonrisa, porque de entre tantos que participaron, tú eres el que se lleva a casa el tan anhelado premio.
Hablando de manera espiritual, la vida eterna no es una rifa en la que algunos si y otros no son salvos, sin embargo, quería ponerte en contexto para que entiendas el punto que quiero transmitir en esta hora.
¡Cuán feliz se pone el ganador con su premio entre sus manos! Te sientes especial en comparación a los que no ganaron. No puedes ocultar la dicha que sientes al haber ganado el sorteo y entrar a casa con tu premio. Tu familia y amigos te felicitan y se alegran porque ganaste.
Ahora bien, ¿te imaginas cuánta dicha se ha de sentir escuchar que tu nombre esté registrado en los Cielos para salvación eterna? Hoy quizás no valoremos el peso de estas palabras, pero déjame decirte que esto es crucial para nuestra eternidad.
La Biblia menciona la existencia de varios libros que serán abiertos en el final de los tiempos. Uno de ellos es llamado "El Libro de la Vida". En este se encuentran registrados los nombres de las personas que pasarán la eternidad en la salvación eterna, junto a Dios en el Cielo.
Dice además que cada uno esperará su turno y será buscado en ese libro. Si su nombre se encuentra ahí, ¡felicidades! Eres el más grande ganador de toda la historia. Si apareces ahí significa que eres salvo, que vas al Cielo, no irás a condenación eterna.
Pero así como en los sorteos, hay ganadores y también perdedores. Los que no se encuentren en ese libro, habrán perdido no solo la oportunidad de ser salvos, sino que además serán arrojados al Lago de Fuego, que arde con azufre, el cual está preparado para el diablo y sus demonios, junto con todos los condenados.
Esto es serio, no se compara en nada en perder un sorteo en la vida. Lo que está en juego el es destino eterno de cada uno de los participantes, y déjame decirte ¡TODOS PARTICIPAMOS!
¿Qué puedes hacer para que tu nombre aparezca en ese libro?
Entonces los que temían al SEÑOR se hablaron unos a otros, y el SEÑOR prestó atención y escuchó, y fue escrito delante de El un libro memorial para los que temen al SEÑOR y para los que estiman su nombre. (Malaquías 3:16)
En otras palabras, la única salida es venir a Cristo, buscarlo de corazón, arrepentirnos de nuestros pecados y buscar el perdón de los mismos. Jesús está dispuesto a perdonar nuestros pecados, limpiarnos de lo malo que hemos hecho, acercarnos a Dios y cambiar nuestras vidas a través de la obra del Espíritu Santo.
Aún es tiempo para que te asegures que tu nombre está escrito. No dejes pasar más tiempo, la vida es corta, Cristo viene pronto y debes prepararte YA.
Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo. (Juan 6:37 NVI)
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. (Santiago 4:8).
¡No pierdas la oportunidad de salvación!