Y el hombre de quien habían salido los demonios le rogaba que le dejase estar con él; pero Jesús le despidió, diciendo: Vuélvete a tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fue, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas había hecho Jesús con él. (Lucas 8:38.39)
Durante su ministerio en la tierra, Jesús comisionó a muchas personas a que llevaran el mensaje. Dice la Biblia que en una ocasión envío a sus discípulos en parejas a predicar. Luego envió a 70 que regresaron contentos de haber cumplido su labor. Pero, ¿sabes quién fue la primer persona a quién Jesús encomendó predicar las buenas nuevas? La historia completa la puedes leer en Lucas 8:26-39, pero permíteme parafrasearla para contarla.
Jesús y sus discípulos viajaron a un lugar llamado Gadara. Ahí se encontraron con un hombre endemoniado, lleno de demonios que le daban una fuerza sobrehumana, tanto así que las cadenas con que intentaban atarle las rompía como si fueran trapos viejos.
Toda la gente del lugar conocía del "loco", el hombre que siempre andaba sucio, desnudo, hablando incoherencias, durmiendo en los cementerios y lanzando piedras. Nadie quería acercarse a él por miedo a ser lastimados por esa bestia. Este hombre andaba errante por todos lados, pasaba días sin comer y quizás salió en búsqueda de sobras de comida.
A veces se encontraba con pescados a medio asar que los pescadores dejaban en la playa. Otras veces se robaba alguna oveja o cabrita de algún pastor descuidado. En otras tenía que conformarse con rebuscarse entre la basura que los lugareños arrojaban.
Pero esa mañana, algo iba a suceder.
Este hombre se encuentra con Jesús, a quién los demonios dentro de este reconocen y lo obligan a correr hacia él. Quizás los discípulos se asustarían al ver que un salvaje se acercaba. Tal ves Pedro tomó uno de los remos de la barca para golpear a aquel hombre si intentaba propasarse con el Maestro. Sin embargo, Jesús deja que este hombre se le acerque y tiene una conversación con él.
Los demonios reconocen a Jesús de inmediato y le piden que los dejen en paz. Le ruegan a Jesús que los deje meterse en un hato de cerdos cercanos y el Señor se los permite. Los cerdos endemoniados se arrojan a un barranco y mueren ahogados.
Los lugareños al enterarse de que Jesús fue el responsable de liberar al endemoniado, en lugar de agradecerle por librarlos de ese azote, le ruegan que se marche. ¡Me los imagino enojados por sus cerditos ahogados!
Jesús no se queda donde no lo quieren y se dispone a marcharse, en eso el ex-endemoniado (de quién no sabemos su nombre), le pide ir con él. Es ahí cuando Jesús le encomienda que se quede y cuente en la ciudad lo que Él había hecho en su vida. Lo dejaría en esa región como un TESTIMONIO VIVO del poder transformador del Hijo de Dios.
En resumen, podemos concluir que este fue el primer misionero a quién Jesús encomienda la tarea de evangelizar. No fue Pedro, ni Pablo, ni ningún otro apóstol; un hombre libre de demonios, antes loco y ahora cuerdo, es el privilegiado de ser el primer hombre sobre la tierra a quién Jesús PERSONALMENTE encomienda que trabaje en el ministerio de la predicación.
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Hoy en día Jesús sigue liberando y llamando a hombres y mujeres a su labor. NO tienes que convertirte en un ministro o pastor para llevar en mensaje. Tu vida y tu testimonio serán suficiente predicación para aquellos que aún no han tenido un encuentro con Jesús.
Te invito a que hagamos lo mismo. Prediquemos con nuestro ejemplo y demostremos al mundo que Jesús sigue cambiando vidas.