echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
(1 Pedro 5:7)
La ansiedad se ha vuelto un mal común hoy en día. Su influencia es tal que hoy existen centros especiales para su tratamiento, incluso en niños. Miles de medicamentos se venden a diario para combatir este trastorno que afecta a millones de personas alrededor del mundo.
Pero, ¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad puede ocurrir cuando una persona teme que algo malo va a suceder. No es un término médico que hace referencia a un sentimiento de temor o preocupación que a menudo se relaciona con un problema o inquietud en particular. La ansiedad se ha relacionado con el estrés.
Como ves, es un sentimiento o sensación de preocupación en lo que sucederá. En otras palabras, es miedo a lo que viene y no podemos controlar.
Personalmente he lidiado con la ansiedad gran parte de mi vida y puedo testificar de los estragos que produce a nivel personal (problemas de salud, falta de sueño, sensación de cansancio, etc.), afecta negativamente a la familia, el trabajo y las relaciones con los demás.
En vista que he pasado por ello, me siento en la obligación de compartir algo para tratar de ayudar a aquellos que estén atravesando por situaciones que sientan que no puedan controlar y eso les produzca miedo y preocupación insana.
El consejo del apóstol Pedro fue que TODAS nuestras ansiedades, aquellas cosas que nos atormentan, nos preocupan, nos tienen tensos y temerosos las entreguemos al Señor en oración.
Eso significa que entreguemos el control de nuestras vidas en sus manos, y es al control a lo que muchos no queremos renunciar.
Veamos un par de ejemplos de ansiedad:
Imagina que te acabas de subir a un taxi. Vas retrasado a una reunión súper importante en tu trabajo, una de la que puede depender un ascenso en tu puesto laboral. El taxista va a buen ritmo, pareciera que llegarás a tiempo y ¡te encuentras con un embotellamiento! Los segundos pasan y sientes que se escurren como agua entre los dedos, piensas que perderás el ascenso, quedarás mal con quién tenías que reunirte, no llegarás a tiempo y eso va a producir ansiedad.
Cambiemos de ejemplo. Ahora imagina que te vas a casar, el o ella es la persona con la que has decidido pasar el resto de tu vida y ya en el altar para dar el sí te asaltan pensamientos como los siguientes: "¿Y si esta persona no es la indicada? ¿Y si me es infiel? ¿Y si me lastima? ¿Me seguirá queriendo en unos años? ¿Se pondrá feo/a? ¿Y si nos divorciamos, quién se quedará con los niños?".
Si te fijas, la ansiedad ocurre al pensar en el MAÑANA y dijimos hace unos mensajes atrás que el mañana le corresponde exclusivamente a Dios.
Yo no sé hasta que grado la ansiedad te ha afectado en tu vida, pero si sientes que eso te está dañando, es momento de soltarla.
Entrega el control a Dios, deja que EL se encargue del mañana. Lo que no puedes controlar, ¿Por qué te va a afectar? Basta cada día con sus propios problemas. Cuando las dificultades del mañana lleguen, estarás preparado, saldrás adelante, Dios no te dejará sin fortalecerte en medio de tu crisis.
Recuerda la promesa hecha por Jesús para que aprendamos a confiar en El:
Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
(Mateo 11:28)