El Dios que me ve

 


Como Agar había hablado con el Señor, le llamó «el Dios que ve», pues se decía: «Dios me ha visto y todavía estoy viva.» (Génesis 16:13 DHH)

Una mujer y su hijo vagan por el desierto. Una tinaja de agua y un pan son todo el sustento que llevan en sus alforjas. Hace unas horas fue echada por su ex-patrón Abraham por petición de su esposa Sara, pues ella era una esclava.

Agar e Ismael, una madre soltera que vaga errante, tratando de preservar lo más posible sus raciones y darle a su hijo lo más que pueda.

En un momento se acabaron las provisiones, el calor del sol y las inclemencias climáticas no ayudaban. Llegó un momento en que ella dejó debajo de un árbol que encontró por ahí a su hijo y sin esperanzas se alejó de él, dispuesta a dejarlo morir.

En medio de su desesperada situación, una voz irrumpe en el silencio del vasto desierto y ella reconoció que era la voz del Dios de su patrón y padre de su hijo.

Ella recibe promesas divinas y luego encuentra un oasis en el cual ella y su hijo recuperaron la esperanza de sobrevivir.

Lo que podemos aprender de esta historia es que el mismo Dios que vio a una mujer y su hijo vagar por el desierto, es el mismo Dios que hoy está viéndote a ti en ese desierto que estás atravesando.

Sea en una fría cama de hospital, una situación económica difícil, una familia disfuncional, un pésimo trabajo o la grama de un cementerio, Dios te está viendo y no te dejará morir en esa situación así como no dejo morir a Agar e Ismael.

Escucha en tu silencio, en medio de la soledad y calor abrasador oirás la voz de Aquel que te está mirando, que no es ignorante a tu dolor. 

Este año te invito a que dispongas tu oído y alces tus ojos al cielo, pues el Dios que te ve te dará la salida en ese desierto.